¡Hola! ¿Cómo están? En esta ocasión vengo a contarles algo curioso, pero que sin dudas es común encontrar en varias obras argentinas hoy en día. Me refiero, claro esta, a los elementos cotidianos presentes en "Un extraño viaje por Grewmord". ¿A qué hago alusión exactamente? Pues precisamente a la forma en que la obra está escrita y que hará que muchos se sientan identificados. Al menos, esa es la intención.
Partimos de un escenario local, esto es, un lugar bien conocido para los que vivimos en el GBA de la provincia de Buenos Aires. Los protagonistas, justamente, viven en la zona oeste y conviven con los diferentes aspectos que hacen a ese ámbito geográfico. En este caso, quise ser categórico con la cuestión siempre presente de la inseguridad. ¿Quién no la ha padecido? En algún momento de nuestras vidas la hemos sufrido y no fue precisamente de las mejores experiencias que hayamos tenido. Por eso quise remarcar que, pese a que luego los jóvenes Crowson se enmarcarán a una aventura alucinante por el inmenso Grewmord, los problemas de la realidad misma los alcanzan o pasan cerca de ellos como a cualquiera. Esto permite rebajarlos al nivel de la gente promedio, es decir, no surge en ellos la imagen de "heroismo" desde el inicio y, aunque así fuera, la realidad no se alteraría e igualmente la padecerían, en mayor o menor medida. Quiero aclarar que no elegí la zona oeste como acusándola de ser la más peligrosa, puesto que pude haber optado por una localidad de cualquier otra zona, sino que más bien fue una elección basada en recuerdos de la infancia que no vienen al caso aclarar ahora. Entonces, esta problemática está en todas partes y, por ende, el primer elemento identificador para el lector está ahí: los chicos podrían ser sus propios vecinos, con los que comparten los mismos conflictos.
El segundo elemento identificador que aparece en la obra es el lenguaje cotidiano. Los personajes principales, los "humanos", para ser más precisos, usan expresiones que hacen alusión a nuestra jerga bien argentina. De repente, puede surgir algún "che" o "chabón" en medio de una conversación y se genera un contraste bastante interesante si consideramos que los seres originarios de Grewmord usan una expresión más bien neutra, como de novela mexicana. Más allá de un claro choque cultural que se evidencia aquí y es parte importante de la obra, la convivencia se hace de ida y vuelta y por momentos muy divertida. La identificación aquí seguirá vigente sobre todo si el lector es igual de argento que los mismos protagonistas. Este tipo de escritura es sin duda diferente del de aquellas obras juveniles del extranjero que llegan a nuestro país traducidas. Y al menos para mí que vivo acá, es un real placer leer y escribir novelas locales bien coloquiales, porque hace a nuestra literatura nacional más nuestra todavía. Y es inevitable sentir un orgullo tremendo: el orgullo de ser argentino.
Por otro lado, volvemos a mencionar la cultura como otro elemento de identificación con los personajes que provienen del "mundo humano". Mientras que en Grewmord las disputas o conflictos, si los hubiera, se resuelven a punta de espadas o armas blancas de diferente índole, de éste lado del portal bien conocemos las armas de fuego y el peligro que conllevan para la comunidad en manos de gente irresponsable. Está bien que en Grewmord existen peligros de una escala mayor y algunos de orígenes oscuros y de un poder temible, pero los seres humanos contamos con otros tipos de herramientas para la guerra y la autodestrucción, tal vez algo impensado en este nuevo mundo paralelo. Y los hermanos humanos recuerdan estos aspectos y analizan las diferencias entre uno y otro lugar, cada uno con sus puntos fuertes y débiles. Esta es una forma de diferenciar los hábitos entre uno y otro. De hecho en un momento, respecto de la lucha con espadas, uno de los Crowson, el más chico, revela que "eso se usaba antes", y luego "ahora hay cosas peores". Como se ve, la identificación con elementos cotidianos dentro de la historia y del mismo Grewmord hace que los jóvenes protagonistas no terminen de despegarse de su lugar de procedencia, que recuerden de dónde vienen y hacia dónde deben ir cuando acabe la aventura, si es que termina todo según lo planeado. Y con ellos, los lectores sentirán cierta nostalgia (o alivio) al recordar el mundo en que viven, porque ellos también se sentirán viajar por estas nuevas tierras que aguardan ser descubiertas. Todo es cuestión de ir dejando migajas de pan cuán Hansen y Gretel y mirar hacia atrás de vez en cuando. Por de allí atrás venimos, nunca debemos olvidar eso.
Eso es todo por esta ocasión. ¿Qué libros de ésta índole has leído? Dejá tu comentario y compartí si te gustó. ¡Hasta la próxima!
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